Mis 90 días de gratitud | Día 24: La vez que me sorprendí de mí misma
La vez que me sorprendí de mí misma
Hay momentos en la vida que te revelan quién eres realmente, más allá de quién creías ser. Para mí, ese momento llegó después de mi divorcio, cuando tomé decisiones que jamás imaginé que tendría el valor de tomar.
El año de soledad necesaria
Después de mi divorcio, hice muchos cambios en mi vida. Pasé casi un año viviendo sola, disfrutando de ese tiempo que compartí únicamente con mi gata. Fue un período de reconstrucción silenciosa, de aprender a disfrutar mi propia compañía sin sentirme vacía o incompleta.
El viaje que lo cambió todo
Aunque ahora tengo pareja, irme del país sola por varios meses después de casarme me hizo inmensamente feliz. Me sorprendí a mí misma cumpliendo un sueño que tuve siempre: viajar sola, ser independiente, ganar mi propio dinero, vivir a mi ritmo y a mi gusto. No fue fácil tomar esa decisión estando recién casada, pero era algo que necesitaba hacer por mí.
Este tiempo lo usé para adoptar hábitos alimenticios saludables y rutinas de autocuidado que he integrado por completo a mi vida. No fueron cambios forzados, sino transformaciones naturales que surgieron de estar en sintonía conmigo misma.
El equilibrio entre independencia y amor
Amo profundamente a mi esposo. Soy "un fastidio" con eso, aprovechando cada momento que coincidimos libres porque su compañía me llena mucho. Pero agradezco enormemente haber tenido la oportunidad de pasar tiempo a solas, de confirmar que yo soy suficiente para darme paz y cuidar de mí misma.
La lección más importante
Lo que más me sorprendió no fue descubrir que podía vivir sola, sino que podía elegir estar en pareja sin necesitarlo desesperadamente. Hay una diferencia enorme entre estar con alguien porque lo necesitas y estar con alguien porque lo eliges desde tu plenitud.
Hoy sé que mi bienestar no depende de nadie más, y eso me hace mejor pareja, mejor amiga, mejor persona. La independencia emocional no es lo opuesto al amor, es su mejor complemento.
Agnesi,

Comentarios
Publicar un comentario