Mis 90 días de gratitud | Día 56 | El mejor regalo que he recibido: Por qué el valor se gana dando
¡Hola a quienquiera que lleguen mis palabras! Bienvenidos a mi rincón de gratitud. Hoy me puse a pensar sobre regalos hermosos que he recibido. Y me siento muy agradecida por ello.
Últimamente, he recibido obsequios encantadores de familia, amigos, compañeros de trabajo y, en especial, de mi esposo. Esto es relativamente nuevo para mí. Porque por mucho tiempo solo fui una espectadora de cómo otras personas recibían regalos especiales de las personas que les rodeaban. Pero la vida me ha dado lecciones que han hecho que todo eso cambie.
Desde que nos mudamos de país, mi esposo me ha sorprendido regalándome los perfumes que más me gustan sin reparar en el precio. Y aunque he recibido todo tipo de regalos especiales, quisiera destacar estos. También si les dijera que esos frascos son el mejor regalo, les estaría contando solo la mitad de la historia.
Estos perfumes han sido para mí la materialización de una filosofía de vida.
El verdadero, el mejor regalo que he recibido, ha sido la confirmación de que mi concepto de "merecimiento" y "manifestación" es correcto. Un concepto que, debo decir, difiere mucho de lo que a veces vemos por ahí.
El Error: Confundir Merecimiento con Egoísmo
Vivimos en una cultura que a menudo nos habla de manifestar desde un lugar de pura autodemanda. La idea de que "si lo crees, lo mereces", y punto. Pero siempre he sentido que a esa ecuación le faltaba algo.
No puedes, o al menos yo no creo que se deba, sentir que eres merecedor de cosas maravillosas si vives solo pensando en ti mismo. No puedes manifestar abundancia desde la escasez de empatía.
Para mí, el merecimiento no tiene nada que ver con ser altanero, prepotente o egoísta. No se trata de sentarse a esperar que el universo te premie solo porque "vibras alto" en tu propio beneficio.
Quería que mi esposo me regalara esos perfumes, sí. Pero sabía que la forma de "manifestarlo" no era a través de la exigencia o la expectativa vacía, sino a través de la causa y efecto de la energía que yo misma ponía en nuestra relación.
El Verdadero Trabajo: Manifestar desde el Servicio y la Empatía
Así que mi "trabajo de manifestación" fue completamente diferente. No se trató de repetir afirmaciones frente al espejo. Se trató de una decisión consciente de dar. Decidí que, para sentirme genuinamente merecedora de un lujo, primero debía asegurarme de estar dando lo mejor de mí, no solo a mi esposo, sino a las personas que me rodean e incluso a aquellas con las que tengo algún tipo de contacto.
Mi concepto de merecer se basa en esto: en ser una mejor persona.
Me he enfocado activamente en cultivar mis mejores cualidades. Me he esforzado por ser genuinamente empática, por escuchar sin juzgar y por ser más comprensiva con sus propios retos y estrés. Trabajé en ser una "dadora", pero no solo de cosas materiales, sino de apoyo incondicional, de palabras amables y de una compañía que sume y no reste.
Me centro en facilitar nuestros días, en crear un hogar que se sienta como un refugio y no como un campo de batalla de egos.
Lo más importante es que no hice nada de esto para recibir los perfumes. Lo hice porque creo firmemente que esta es la forma correcta de vivir y de construir una relación sana. No puedes pedir recibir luz si no estás dispuesto a ser una luz, calma y paz para los demás.
El Mejor Regalo: La Consecuencia de Dar
Y así fue. Un día de mi cumpleaños, mi esposo llegó con esa bolsa elegante. Mi corazón se aceleró, no solo por la sorpresa, sino por el significado. Él no me estaba regalando solo unos perfumes. Me estaba devolviendo, en su propio lenguaje de amor, la energía que yo había estado sembrando.
El regalo no fue una respuesta a mi "merecimiento pasivo", sino una consecuencia directa de mi "merecimiento activo".
No fue un "te lo mereces porque eres mi esposa". Fue un "te lo mereces porque veo quién eres, veo cómo te esfuerzas por ser amable, comprensiva y el pilar de esta familia".
Ese es el mejor regalo que he recibido. La confirmación de que el universo, y las personas que amamos, responden no a nuestro egoísmo, sino a nuestro servicio. El merecimiento no se exige, se inspira.
Hoy, cada vez que me pongo alguno de mis perfumes, puedo respirar las notas de la empatía, el servicio y la profunda gratitud de saber que el amor más bonito es el que se construye siendo recíproco.
Y tú, ¿cuál es el mejor regalo que has recibido y por qué fue tan especial? ¿cómo cultivas tu merecimiento a través de tus acciones diarias?
Agnesi,
A Red Circle | Un Círculo Rojo

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